La semana pasada el gobierno estadounidense señaló que impondría gravámenes a las importaciones del 30% a la Unión Europea y a México a partir del 1 de agosto. Esto generó una reacción negativa en los mercados, aunque más acotada que la ocurrida con los anuncios previos realizados en el denominado “día de la liberación”, el 2 de abril. Actualmente se siguen sucediendo reuniones y negociaciones entre los países implicados, las cuales en caso de llegar a buen puerto podrían significar un desenlace más positivo.
Respecto de los países que aún no han recibido información sobre el nivel de arancel al que estarán sujetos, como al menos hasta hace unos días era el caso de Chile, el gobierno de Estados Unidos ha señalado que las cartas ya comenzarían a ser enviadas, y los aranceles a ser aplicados rondarían dentro del rango que va entre el 15% y el 20%.
En relación con la continuidad del actual presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, a mitad de semana el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reanudó sus comentarios respecto del actuar del presidente del ente rector de la principal economía del mundo y su demora en bajar la tasa de política monetaria, sugiriendo la posibilidad de avanzar en que éste dejara el cargo. Si bien Trump posteriormente señaló que no tenía planes inmediatos para llevar esto a cabo, el mercado sí respondió con cierta volatilidad, a la vez que se sucedieron las voces de distintos actores poniendo en relieve la importancia de la independencia de la Reserva Federal. Si bien es un tema que pareciera aún estar contenido, podría volver a hacer algo de ruido en el futuro y afectar sobre todo el tipo de cambio y las tasas de los bonos de largo plazo.
La principal publicación de cifras de la semana estuvo en Estados Unidos con el índice de precios al consumidor (IPC) correspondiente al mes de junio, relevancia que se basa en las repercusiones que éste dato pudiese tener en la política monetaria de Estados Unidos y ante la incertidumbre que aún existe en el mercado por los posibles efectos que tengan los nuevos aranceles en la inflación. Dado lo anterior, la Reserva Federal se encuentra desde hace unos meses con su ciclo de recortes de tasa interrumpido, en una posición de “esperar y ver” cómo se desenvuelven los hechos.
De acuerdo con lo informado, el IPC correspondiente al mes de junio subió un 0,3%, lo cual está en línea con las expectativas, aunque por encima del 0,1% del mes de mayo, haciendo entonces que la variación a 12 meses llegue a 2,7%, lo cual está ligeramente por encima del 2,6% proyectado, pero por debajo del dato de mayo (2,4%). En cuanto a su medición subyacente, que excluye componentes más volátiles como alimentos y energía, se ubicó por debajo de las expectativas, al mostrar un avance del 0,2% en el sexto mes del año versus el incremento del 0,3% proyectado, mientras que su variación en 12 meses fue de 2,9%, ubicándose ligeramente por debajo de lo previsto (3%), pero por sobre el dato del mes previo (2,8%). Si bien las cifras están dentro lo esperado, en ambos casos representan un incremento con respecto al dato del mes anterior en su variación en 12 meses. Esto reflejaría que poco a poco los aranceles comienzan a hacerse sentir sobre la inflación.
Este dato de inflación, sumado a una economía aún resiliente, hace que el mercado espere que la Reserva Federal continúe tomándose tiempo antes de reanudar los recortes de tasa de política monetaria. Hasta el cierre del viernes, el mercado seguía proyectando la posibilidad de un recorte de 25 puntos base en septiembre y otro en diciembre.
Las ventas minoristas de junio crecieron un 0,6% mensual, incremento que estuvo muy por encima de las expectativas que apuntaban a una expansión del 0,1% y de la caída del -0,9% registrada en el mes de mayo. Lo positivo de la noticia logró generar una sensación de algo más de optimismo en las bolsas estadounidenses.